
El próximo domingo, las calles, altares y corazones de las comunidades católicas de San Miguel se llenarán de fe y adoración, en una de las festividades litúrgicas más significativas del año: el Corpus Christi.
La Solemnidad de Corpus Christi —cuyo nombre significa “Cuerpo de Cristo”— conmemora la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Es una celebración que hunde sus raíces en la Última Cena y en el deseo profundo de Jesús de quedarse con nosotros hasta el fin del mundo. “Es la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía”, explicó el Pbro. Adrián Acosta, sacerdote de la diócesis de San Miguel.
Un regalo de amor que merece adoración
Esta fiesta recuerda la institución de la Eucaristía, que tuvo lugar el Jueves Santo durante la Última Cena. Pero mientras que ese día la Iglesia se enfoca en varios acontecimientos, el Corpus Christi se dedica enteramente a exaltar este gran misterio de fe. “Es una fiesta muy importante porque la Eucaristía es el regalo más grande que Dios nos ha hecho, movido por su querer quedarse con nosotros después de la Ascensión”, añadió el presbítero.
Fundamentos doctrinales y bíblicos
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que Cristo está presente en la Eucaristía con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, no de forma simbólica, sino verdadera y sustancial. “La Eucaristía es la fuente y culmen de la vida cristiana”, recordó el padre Acosta, citando el Concilio Vaticano II.
De ahí que los fieles están llamados a la adoración, al respeto profundo y a la participación activa en este misterio. “Viene a nosotros en esta humilde forma, haciéndose vulnerable por amor a cada uno de nosotros. Sin embargo, es Dios mismo… y por tanto, merece nuestro mayor respeto y adoración”, afirmó.

Historia de una fiesta que nació del amor eucarístico
Corpus Christi debe su origen a Santa Juliana de Lieja, una monja del siglo XIII que recibió visiones místicas que apuntaban a la necesidad de una fiesta dedicada al Santísimo Sacramento. Fue el papa Urbano IV quien, en 1264, instituyó oficialmente la solemnidad mediante la bula Transiturus de hoc mundo, y encargó a Santo Tomás de Aquino redactar los himnos y textos litúrgicos que aún hoy se cantan, como el Tantum Ergo y el Adoro Te Devote.
“En el año 1447, el papa Nicolás V salió en procesión con la Hostia Santa por las calles de Roma, fortaleciendo esta tradición que hoy continúa en nuestra diócesis”, compartió el sacerdote.
La procesión: signo visible del Dios con nosotros
Una de las manifestaciones más visibles y emotivas del Corpus Christi es la procesión eucarística, donde el pueblo acompaña al Santísimo Sacramento por calles y plazas. “Es un homenaje agradecido, público y multitudinario a la presencia real de Cristo”, explicó el padre Acosta.
Las parroquias preparan altares, alfombras y adornan sus templos para recibir al Rey de reyes en su paso. “Con esta solemnidad se inculca la relación vital entre Cristo y sus discípulos, quienes comiendo de su Cuerpo y bebiendo de su Sangre son alimentados y sostenidos en la fe”, agregó.
Vivir el Corpus Christi con profundidad y recogimiento
Más allá de la belleza exterior de la celebración, el padre Adrián Acosta invitó a los fieles a preparar su interior con silencio y contemplación: “En un ambiente tan ruidoso como el actual, la contemplación es un desafío. Pero solo desde el silencio interior se puede vivir a profundidad esta fiesta”.
Acercarse al altar con fe, asistir a la procesión con devoción y reconocer el misterio que se celebra, son elementos claves para vivir esta solemnidad con frutos espirituales reales. “Dios actúa y se expresa en el silencio. Si queremos escuchar a Dios, hay que callar”, advirtió el sacerdote.
Corpus Christi en la Diócesis de San Miguel
En nuestra diócesis, la solemnidad se celebrará el domingo en todas las parroquias. Cada comunidad ha comenzado los preparativos con entusiasmo. “Es un domingo sumamente solemne. Las parroquias preparan la procesión con esmero, adornan con alfombras, altares y flores, y embellecen el templo con toda alegría”, expresó el padre Acosta.
Esta solemnidad será también una ocasión para la unidad diocesana, para la renovación de la fe eucarística y para la vivencia profunda del Año Jubilar que se celebra en San Miguel.
Un llamado a la donación personal
Finalmente, el padre Acosta recordó que el misterio del Corpus Christi no se queda en el altar, sino que interpela a la vida: “El mensaje es que Dios nos ama, y tanto es su amor que nos ha dado su vida y su presencia real y completa”.
“El ejemplo a seguir es la donación de uno mismo a los demás. Nosotros admiramos la entrega de Dios, pero muchas veces nuestra propia donación es escasa. Corpus Christi nos llama a ser ofrenda y donación para nuestros semejantes”, concluyó.
La Diócesis de San Miguel se prepara para celebrar la Solemnidad de Corpus Christi