Diócesis de San Miguel | Sitio Oficial
Llámenos 2661-0962
Contáctenos obispadodesanmiguel@hotmail.com
2661-0962 obispadodesanmiguel@hotmail.com
  • Inicio
  • Diócesis
    • Historia
    • Pastoral Sacerdotal
    • Pastoral Vocacional
    • Movimientos Laicales
    • Obras Misionales Pontificias
      • IAM
      • JUM
    • Pastoral Juvenil
    • Acción Social
  • Vicarias
    • Vicaria Reina de la Paz
    • Vicaria Inmaculada Concepción
    • Vicaria Divino Salvador del Mundo
    • Vicaria Juan Pablo II
    • Vicaria Monseñor Romero
    • Vicaria San Juan Bautista
  • Noticias
  • Recursos
    • Concilio Vaticano II
    • Catecismo de la Iglesia
    • Pastoral Social
    • Pastoral Liturgica
    • Pastoral Profética
    • Documentos CELAM
      • Aparecida
      • Santo Domingo
      • Puebla
      • Medellín
      • Río
  • Galerías
Radio Reina de la Paz ON-LINE
Mons. Lorenzo Graciano y Antonelli (1966-1969)

El 24 de febrero de 1966 llegó a esta Diócesis Mons. Lorenzo Graciano y Antonelli, Obispo Auxiliar de Santa Ana, quien había sido nombrado obispo coadjuntor de San Miguel por el Papa Pablo VI, debido a la avanzada edad y a la mala salud de Mons. Machado. Siendo un hombre sencillo, de diálogo y con muchas cualidades de buen pastor, se ganó en poco tiempo el corazón de los fieles y acompañó con un corazón solidario al anciano pastor. Dos años después, el 10 de enero de 1968 fue nombrado por el mismo pontífice tercer Obispo de esta Iglesia Particular.

 

Datos biográficos y sucesos eclesiales relevantes

Monseñor Graciano nació en Mount Vernon, Nueva York, Estados Unidos, el 5 de abril de 1921. Siendo adoslecente ingresó al seminario de la provincia franciscana de la Inmaculada Concepción en su país. Fue ordenado sacerdote el 26 de enero de 1947. Años más tarde llegó a nuestro país para unirse a la misón de los frailes de su provincia en la Diócesis de Santa Ana, de la que fue nombrado obispo auxiliar el 11 de agost de 1961. Su congregación episcopal la recibió en Santa Ana el 21 de octubre del mismo año.

Este nuevo pastor de la Diócesis, tenía una corazón de padre, pues había asumido claramente los compromisos de la Iglesia latinoamericana que trataba de aplicar las enseñanzas del Concilio Vaticano II y se encaminaba a celebrar la segunda Conferencia Episcopal conocida como Medellín. En tal asamblea los Obispos harían una opción por una Iglesia pobre y solidaria, que asume su misión liberadora, promotora de la justicia y la dignidad de las mayorías desposeídas y explotadas del continente.

Promovió la pastoral vocacional en todas las parroquias llegando a un promedio de 80 seminaristas en el seminario menor, al cual tenían acceso los jóvenes provenientes de las familias pobres de las parroquias rurales, quienes recibían apoyo económico del mismo obispo.

Organizó un plan pastoral muy práctico e integral, que los párrocos asumieron con alegría y entusiasmo. Parte fundamental de este plan era la formación de los fieles en las diferentes áreas pastorales, sobre todo de los campesinos que tenían el deseo de asumir compromisos eclesiales como catequistas y lideres. A ellos se les impartía una formación integral en el centro de formación pastoral conocido popularmente como la Universidad Campesina Reina de la Paz, “El Castaño” y en el Centro “San Lucas”, ubicado en la ciudad de San Miguel, dedicado a la formación de agentes de pastoral de la salud, tales como enfermeras, promotores de salud, parteras, etc. Para este fin, Mons. Graciano, contó con el apoyo del equipo  misionero proveniente de la Diócesis de Cleveland, Estados Unidos, el cual estaba coordinado por el Padre Dionisio Santamaría. Estos misioneros dedicaron todos sus esfuerzos y consiguieron suficiente apoyo económico para sotener los cursos de formación intensiva, los cuales eran muy variados: catequesis, Biblia, salud, agricultura, promoción de la mujer, alfabetización, líderes campesinos, derechos humanos, etc.

Con este gran proyecto pastoral, Monseñor Graciano en pocos años logró tener una diócesis modelo, que podía responder con mucha solvencia a lso diferentes desafíos de la época y a las exigencias de los nuevos documentos del Concilio Vaticano II y a las Conferencias Episcopales latinoamericanas.

Por otro lado, con su personalidad, sincera y fraternal, Mons. Graciano logró la integración de su Clero, creando en cada reunión espacios de diálogo, convivencia y fraternidad sacerdotal,  de lo cual él mismo daba el ejemplo. Visitaba a los sacerdotes en sus parroquias para animarlos y ayudarles a hacer menos pesada su carga. Estos no lo veían como un fiscalizador, sino como amigo y pastor. En el año 1968 fueron recibidos por Mons. Graciano cuatro sacerdotes franciscanos de la provincia de Irlanda, quienes eran : Pbro. Alfredo O´Lochrainn, Pbro. Fernando Díaz, Pbro. Vicente A. Gallogley, Pbro. Juan José Hudson y Pbro. Brendon Forde. Ellos desaban hacer una experiencia pastoral en esta Diócesis. El obispo les encargó la organización de una nueva parroquia.  La Sagrada Familia, que tenía como sede una pequeña Ermita construida en la colonia Belén, ubicada en la zona sureste de la Ciudad de San Miguel. Después de realizar una fructífera labor pastoral en esa parroquia, esos frailes serían enviados en 1970 por Mons. José Eduardo Álvarez a la parroquia de San Francisco Gotera, en el departamento de Morazán, abarcando 10 municipios en su actividad pastoral. Con su espíritu misionero y de servicio a los más pobres impulsaron a la formación de comunidades cristianas comprometidas con la construcción del Reino. Fruto de este trabajo fue el surgimiento de muchos líderes, catequistas, vocaciones religiosas y sacerdotales. En 1972 llegaron a la parroquia de Gotera las religiosas Clarisas para unirse al trabajo pastoral de los frailes.

Cabe mencionar que existía (en la década de los 70) un famoso catequista llamado Antonio Muñoz, quien evangelizó en muchos pueblos y cantones del departamento de Morazán. Con su iniciativa se consturyeron muchas ermitas y se mantuvo la fe católica en toda la zona. Su trabajo fue muy apreciado por los frailes Franciscano irlandeses y las hermanas Clarisas.

Mons. Garciano nombró una comisión de sacerdotes para darle seguimiento plan pastoral en las parroquias. Esta le informaba sobre la situación de cada de ellas y le daba sugerencias pastorales que eran bien escuchadas. Erigió algunas parroquias nuevas, pero sobre todo se dedicó a brindar una atención pastoral de mejor calidad a las parroquias ya eregidas, brindando formación permanente a su clero y creando varios equipos pastorales integrados por sacerdotes amigos. En su corto período sólo pudo ordenar a un sacerdote: el Pbro. Óscar René Campos Espinal (29-03-1969).

Gestionó para que le dieran el nombre de Milagro de la Paz a una de las colonias marginales de la ciudad de San Miguel, conocida popularmente como “La Curruncha”, la cual está asentada sobre la lava del volcán Chaparrastique. A los fieles de esta comunidad les brindó un especial cariño.

Acompañó muy de cerca el ejército salvadoreño en la guerra de las 100 horas contra Honduras, situación que le trajo muchas dificultades, a tal grado que se vio obligado a renunciar a su cargo ante la Santa Sede el 27 de julio de 1969. Regresó a su país a dedicarse a la formación espiritual de los sacerdotes y falleció en Estados Unidos en 1988.

 

Notas Pastorales de este período episcopal

La Diócesis en tiempo de Mons. Graciano creció considerablemente en todos los aspectos: formación de los agentes de pastoral, organización pastoral y misionera, promoción humana, fraternidad sacerdotal, vocaciones, etc.

Es evidente que hubo un cambio radical con respecto al concepto tradicional de Iglesia, la cual se comenzaba a entender y a vivenciar como pueblo de Dios, es decir, más comunitaria y participativa, acorde a las enseñanzas del Concilio Vaticano II y en la que los laicos iban tomando más conciencia de sus compromisos eclesiales y sociales. Todo lo cual exigía que los sacerdotes se esforzaran por ser más pastores y servidores del pueblo

Últimos Tweets – Papa Francisco

Pontifex_esPapa Francisco@Pontifex_es·
abril 2

Cristo abandonado nos mueve a buscarlo y amarlo en los abandonados. Porque en ellos no sólo hay personas necesitadas, sino que está Él, Jesús abandonado, Aquel que nos salvó descendiendo hasta el fondo de nuestra condición humana. #DomingodeRamos

Reply on Twitter 1642487037059276801Retweet on Twitter 164248703705927680191Like on Twitter 1642487037059276801350Twitter 1642487037059276801
Pontifex_esPapa Francisco@Pontifex_es·
abril 2

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46). Estas palabras nos llevan al corazón de la pasión de Cristo, al punto culminante de los sufrimientos que padeció para salvarnos. #DomingodeRamos

Reply on Twitter 1642484520413978624Retweet on Twitter 1642484520413978624134Like on Twitter 1642484520413978624555Twitter 1642484520413978624

Próximos Eventos en nuestra Diócesis

    © Copyright Diócesis de San Miguel | Página Oficial de la Diócesis de San Miguel