Mons. Miguel Ángel Morán Aquino, nació el 25 de mayo de 1955 en Nancintepeque del municipio y departamento de Santa Ana. Inició su formación sacerdotal en el Seminario Menor de Santa Ana desde 1969 hasta 1976, concluyéndola en el Seminario Mayor Interdiocesano San José de la Montaña (San Salvador), en su reapertura bajo la dirección de sacerdotes diocesanos, desde 1977 hasta 1981.
Recibió la Orden del Diaconado el 25 de julio de 1981 en la Catedral de Santa Ana y fue ordenado sacerdote el 5 de diciembre del mismo año por imposición de manos de Mons. Marco René Revelo, en la Parroquia San Pedro Apóstol de Metapán. Después de ejercer por dos años el cargo de vicario cooperador de la Catedral de Santa Ana, fue nombrado párroco de San Andrés Apóstol de Apaneca, Ahuachapán.
Monseñor Morán fue enviado a Roma para estudiar Teología Dogmática, especializandose en Cristología en el Liceo Antomiano en 1948. A su regreso fue nombrado párroco de la Parroquia San Miguel Arcángel de Santa Ana y miembre del Equipo Formador del Seminario Mayor San José de la Montaña. En tal centro de formación desempeño como profesor de Teología Dogmática, ecónomo y vicerrector durante dos períodos (desde 1986 hasta 1990 y desde 1997 hasta 2000). El 19 de julio de 2000, fue nombrado por el Papa Juan Pablo II, Obispo de la Diócesis de San Miguel, de la que tomó posesión el 2 de septiembre del mismo año.
Por ser un Obispo joven, formador de la mayoría de los sacerdotes de la diócesis, académico, de mente muy abierta, con una personalidad muy atractiva, de diálogo y muy accesible para los fieles, llenó de expectativas a todos los migueleños desde su llegada. Su recibimiento fue toda una fiesta en la que los sacerdotes y los laicos expresaban su gratitud por su nombramiento.
A lo largo de los primeros seis años de episcopado logró cambios sustanciales en el aspecto pastoral, mejorando la formación de los seminaristas, reformando la curia, reorganizó la Diócesis creando seis vicarías foráneas dirigidas por Vicarios oficialmente nombrados, quienes al mismo tiempo son miembros del Consejo Presbiteral; pero, sobre todo organizó de modo participativo, un Plan Pastoral Diocesano Integral, el cual respondió a los desafíos de ese momento tanto a nivel eclesial como a escala social.
