
La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos católicos se ha convertido solo en una ocasión de descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial: esta semana la debemos dedicar a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae.
Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico.
A la Semana Santa se le llamaba en un principio “La Gran Semana”. Ahora se le llama Semana Santa o Semana Mayor y a sus días se les dice días santos. Esta semana comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua.
Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua.
Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.
La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.
¿Qué celebramos cada día?
Domingo de Ramos: Jesús entra en Jerusalén y es aclamado como rey. Las palmas y ramos simbolizan nuestro deseo de acoger a Cristo en nuestras vidas. “La multitud tendía sus mantos en el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían en el camino” (Mateo 21, 8).
Lunes Santo: Recordamos la unción en Betania, donde María derramó perfume sobre los pies de Jesús. Este gesto nos enseña sobre la generosidad y el amor desinteresado. “La casa se llenó de la fragancia del perfume” (Juan 12, 3).
Martes Santo: Jesús anuncia su traición y continúa enseñando en el templo. Es un día para reflexionar sobre nuestra fidelidad a Cristo. “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?” (Marcos 8, 36).
Miércoles Santo: Día de recogimiento y preparación interior. Meditamos sobre la traición de Judas y nos preguntamos: ¿En qué momentos traicionamos nosotros a Jesús?
Jueves Santo: Celebramos tres grandes regalos: la Eucaristía, el Sacerdocio y el Mandamiento del Amor. “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Juan 13, 1). El Papa Benedicto XVI nos recordaba que “la Eucaristía es el tesoro más precioso de la Iglesia”.
Viernes Santo: Acompañamos a Jesús en su pasión y muerte. Es día de ayuno, oración y silencio. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único” (Juan 3,16). El Vía Crucis nos ayuda a contemplar el amor sacrificial de Cristo.

Sábado Santo: Día de espera y silencio junto al sepulcro. María, modelo de fe, mantiene viva la esperanza cuando todo parece perdido. Como enseña el Catecismo: “El Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte” (CIC 1476).
Domingo de Resurrección: ¡Cristo ha vencido a la muerte! Su resurrección es la base de nuestra fe y esperanza. “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe” (1 Corintios 15, 14).
¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?
El pueblo judío celebraba la fiesta de Pascua en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto, el día de la primera luna llena de primavera. Esta fecha la fijaban en base al año lunar y no al año solar de nuestro calendario moderno. Es por esta razón que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena.
En la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, recitar bendiciones y cantar salmos. Brindaban por la liberación de la esclavitud.
Jesús es el nuevo cordero pascual que nos trae la nueva liberación, del pecado y de la muerte.
Sugerencias para vivir la Semana Santa
- Asistir en familia o a los oficios y ceremonias propios de la Semana Santa porque la vivencia cristiana de estos misterios debe ser comunitaria.
- Se puede organizar una pequeña representación acerca de la Semana Santa.
Poner algún propósito concreto a seguir para cada uno de los días de la Semana Santa. - Elaborar unos cartelones en los que se escriba acerca de los días de la Semana Santa y algunas ideas importantes acerca de cada uno de los días.
La Semana Santa no es solo para recordar hechos históricos, sino para experimentar la transformación que Cristo quiere realizar en cada uno de nosotros. Como dice San Pablo: “Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él” (Romanos 6, 8).
Que estas celebraciones nos ayuden a profundizar en el misterio de nuestra salvación y a renovar nuestro compromiso bautismal de seguir a Cristo resucitado.
SEMANA SANTA 2025