El domingo 21 de septiembre de 2025 se conmemora el 238° aniversario del “Milagro Patente”, cuando la Reina de la Paz intercedió para que la lava del volcán Chaparrastique no destruyera la ciudad durante una de sus erupciones más temibles. Esta conmemoración se celebra con la tradicional “Bajada de la Reina de la Paz”.
En la comunidad Cristo Rey de Amate La Cruz —ermita desde donde parte la procesión— las actividades iniciarán el sábado 20 de septiembre, con una vigilia que incluye el rezo del Santo Rosario a las 6:00 p.m., un tema mariano, la Santa Misa y otras actividades como animación y momentos de reflexión.
El domingo 21 de septiembre, a la 1:00 p.m., se celebrará la Santa Misa en la ermita de la comunidad Amate La Cruz, como un acto de agradecimiento por el milagro atribuido a la intercesión de Nuestra Señora Reina de la Paz.
Después de la misa, se llevará a cabo la procesión hacia la Catedral Basílica, donde se celebrará la Eucaristía final, presidida por Monseñor Fabio Reynaldo Colindres, obispo de la diócesis de San Miguel, y concelebrada por diversos sacerdotes.
Historia
El Milagro Patente
El 21 de septiembre de 1787, durante el período en que el Presbítero Julián Felipe Zelaya era cura párroco de San Miguel, el volcán Chaparrastique entró en una de sus erupciones más violentas, amenazando con destruir por completo la ciudad.
Ante el inminente peligro, el pueblo migueleño, movido por la fe, decidió sacar en clamor popular la imagen de Nuestra Señora de la Paz y colocarla en la puerta principal de la iglesia parroquial, orientada con la mirada hacia el cráter del volcán.
Milagrosamente, inmediatamente después de colocarla, la lava cambió su curso y tomó dirección hacia el sur, alejándose de la ciudad. En su nuevo recorrido, cubrió vastas extensiones de tierras fértiles y gran parte de la laguna El Jocotal, que estuvo a punto de desaparecer bajo las rocas candentes.
Cuando cesó el peligro, los testigos del suceso observaron una palma formada por nubes blancas de ceniza mezcladas con fuego, que salían del furioso cráter. Este fenómeno fue interpretado como una señal divina de que la Paz había llegado a la ciudad.
A este hecho extraordinario, atribuido a la intercesión de Nuestra Señora de la Paz y a la profunda fe del pueblo, se le llamó desde entonces “El Milagro Patente”.
En agradecimiento, el pueblo de San Miguel prometió guardar devoción perpetua a su patrona y colocó en su sagrada imagen una palma, símbolo eterno de la Paz.
Cabe destacar que, en el momento del milagro, el párroco no se encontraba en la ciudad. En su lugar, estaban presentes el vicario cura interino, Presbítero Félix José Rodríguez de Palacios, junto a los coadjutores P. Antonio Díaz del Castillo y P. José Antonio Lacayo, quienes acompañaron al pueblo en esos momentos de angustia y fe.
“Ya no baja lava del volcán, sino la virgen“
El pueblo católico muy agradecido por el portentoso milagro, prometió guardar veneración perpetua a la Virgen María en la advocación “Reina de la Paz”. Por tal motivo, se celebra desde el 21 de septiembre de 1787, un Triduo Eucarístico Mariano.
En un principio este triduo, no incluía procesión de la Virgen, pero pronto se fue fomentando la costumbre de sacar la imagen de la antigua iglesia parroquial, para recorrer las principales calles del centro histórico de San Miguel de la Frontera.
Así quedó establecida la costumbre de realizar dos procesiones, una el 21 de septiembre para recordar el gran Milagro y la otra el 21 de noviembre para hacer memoria de la llegada de la Virgen a San Miguel.
Hacia la década de los años 40, la tradicional entrada de la Virgen del 21 de septiembre dejó de salir desde el sector conocido como “La Curruncha” (actual Colonia Milagro de la Paz). En ese tiempo, los fieles del cantón San Andrés, ubicado en las faldas del volcán Chaparrastique, solicitaron llevar la imagen en procesión desde su comunidad.
Fue entonces cuando la gente comenzó a decir:
“Ya no baja lava del volcán, sino la Virgen”, y así surgió el nombre de “La Bajada” para referirse a esta emotiva procesión del 21 de septiembre.
En 1950, el entonces padre Óscar Arnulfo Romero (hoy San Óscar Arnulfo Romero) dio un paso significativo al incluir a todos los cantones y caseríos de las faldas del volcán en esta manifestación de fe. Para ello, la imagen de la Virgen era llevada un mes antes del 21 de septiembre, con el fin de realizar visitas misioneras en cada una de las comunidades.
Más adelante, en 1960, el padre Romero también organizó la participación de barrios y colonias de la ciudad de San Miguel, dando forma a un calendario de entradas que, con el paso del tiempo y el crecimiento poblacional, ha tenido que ampliarse para dar cabida a todas las comunidades que desean rendir homenaje a Nuestra Señora Reina de la Paz.
238 años del Milagro Patente