El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día. Es necesario dar una respuesta profunda a esta pregunta, para que quede clara la relación entre el ayuno y la conversión, esto es, la transformación espiritual que acerca del hombre a Dios.
El abstenerse de la comida y la bebida tienen como fin introducir en la existencia del hombre no sólo el equilibrio necesario, sino también el desprendimiento de lo que se podría definir como “actitud consumística”.
Tal actitud ha venido a ser en nuestro tiempo una de las características de Ia civilización occidental. El hombre, orientado hacia los bienes materiales, muy frecuentemente abusa de ellos. La civilización se mide entonces según Ia cantidad y Ia calidad de las cosas que están en condiciones de proveer al hombre y no se mide con el metro adecuado al hombre.
Esta civilización de consumo suministra los bienes materiales no sólo para que sirvan al hombre en orden a desarrollar las actividades creativas y útiles, sino cada vez más para satisfacer los sentidos, Ia excitación que se deriva de ellos, el placer, una multiplicación de sensaciones cada vez mayor.
El hombre de hoy debe abstenerse de muchos medios de consumo, de estímulos, de satisfacción de los sentidos: ayunar significa abstenerse de algo. El hombre es él mismo sólo cuando logra decirse a sí mismo: No.
Frutos del ayuno: No es un fin en si mismo, sino medio de conversión.
- Conduce a libertad de corazón y mente. Proceso por el cual nos liberamos de todos los apegos terrenales y de todas las cosas que nos atan: caprichos, gustos, excesivo auto cuidado. Y nos encaminamos hacia la Paz.
- Fortalece, estabiliza y desarrolla el auto control (fruto del ES)
- Reconocer debilidad y dependencia en Dios.
- Pobreza de espíritu
- Edifica la vida interior
- Elimina los excesos de nuestra vida a fin de hacer mas espacio para Dios.
Papa Francisco: Ayunar con coherencia, para ayudar a los demás
El papa Francisco destaco en la homilía matutina del 16 de febrero, en la casa de Santa Marta, el riesgo del falso ayuno, es decir despreciado por los demás, mientras el verdadero, en cambio, está dirigido a ayudar a los demás.
El ayuno es uno de los deberes de la Cuaresma, recordó . Y sugirió: “Si no puedes hacer un ayuno total, ese que te hace sentir el hambre hasta en los huesos, haz un ayuno humilde, pero verdadero”. Es Isaías quien pone de manifiesto tantas incoherencias en la práctica de la virtud: ocuparse de las propios negocios, el dinero, mientras el ayuno es “un poco despojarse”; oprimir a los obreros, tal vez dando gracias al Señor por poder ayunar: “pobrecitos” – subrayó el Papa – deben ayunar porque no tienen qué comer “y tú encima los desprecias”.
El ayuno que el Señor quiere, también consiste en “compartir el pan con el hambriento, hacer entrar en casa a los miserables, a los sin techo, en vestir a uno que ves desnudo, sin descuidar a tus parientes”. Y notó que hoy “se discute su damos el techo o no a aquellos que vienen a pedirlo”. A la vez que al concluir su reflexión exhortó a “hacer penitencia”, a “sentir un poco el hambre”, a “rezar más” durante la Cuaresma y a preguntarnos cómo nos comportamos con los demás.
El ayuno es uno de los deberes de la Cuaresma