
“Las oraciones de Heriberto nos han salvado.”
San Heriberto nació en Worms, en el año 970. Estudió en la escuela de la catedral de Worms y en el monasterio benedictino de Gorza. Fue nombrado rector de la catedral de Worms.
En el 994, San Heriberto fue ordenado sacerdote y nombrado canciller del reino alemán en Italia por el emperador Otón III, del que fue gran amigo, consejero y compañero de sus viajes a Roma.
En el 999, con 29 años, estando aún en Roma con el emperador, fue elegido por el pueblo como arzobispo de Colonia (antes había rechazado, por humildad el arzobispado de Würzburg)
Siendo consagrado ya en Colonia, ese mismo año, Realizó misiones diplomáticas, creó la diócesis de Bamberg y logró la pacificación de Luxemburgo.
San Heriberto: Obispo dedicado al servicio y a los deberes
San Heriberto se distinguió por su vida de estudio de la Sagrada Escritura, la oración, el celo pastoral y la especial atención a los pobres. Aprende a ser un obispo en serio. Descubre la vida de los pobres, y los deberes de cada hombre de la Iglesia hacia ellos, ya no vuelve a ser el mismo.
En el año 1002, San Heriberto asistió al emperador en su lecho de muerte y acompañó sus restos mortales a Alemania. En este viaje fue apresado por el nuevo emperador, Enrique II, porque Heriberto se había opuesto cuando pretendía el trono, pero que luego acató su reinado después de su elección.
Luego de profesar su obediencia fue liberado y sirvió fielmente a Enrique, aconsejándolo y sirviéndolo, hasta que, casi 20 años más tarde, el rey reconoció su error y le pidió perdón de rodillas, delante de todo el pueblo.
Los milagros de San Heriberto
San Heriberto se convierte en el salvador y el amigo de todos, el aliado de los pobres. Y sucede entonces que la gente completamente agradecida le comienzan a atribuir milagros ya vivo.
Llegó la lluvia, después de una grave sequía que había colocado a las personas en una periodo de hambruna, entonces todos en Colonia gritaron: “Las oraciones de Heriberto nos han salvado.”
Su capellán escapó a una enfermedad grave, una mujer ciega recupera la vista… y cada vez que suenan las voces en el pueblo para decir: “milagros del obispo”.
Esta reputación persiste por mucho tiempo después de su muerte, y durante siglos se le invoca su intercesión para atraer la lluvia.
Al morir San Heriberto, fue enterrado en la iglesia del monasterio de Deutz, donde se veneran aún sus reliquias.
Su proceso de canonización lo comenzó en 1073 el papa San Gregorio VII (25 de mayo), y su culto se aprobó en 1175, fijando su fiesta para el mismo día de su fallecimiento, el 16 de marzo.
San Heriberto fue oficialmente canonizado hasta 1626, por Urbano VII
San Heriberto