Estamos cada vez más cerca de celebrar el Centenario de coronación Pontificia de Nuestra Señora de la Paz, patrona de El Salvador. La diócesis de San Miguel, en el mes de mayo, mes mariano, hará el lanzamiento oficial de las actividades y actos que nos llevarán al próximo noviembre 2021.
Compartimos en la fecha de la memoria mensual, de la Reina de la Paz, un artículo escrito por el Pbro. Emilio Antonio Rivas Segovia de la Parroquia San Pío X., publicado en la “Revista Reina de la Paz” del año 2020, para conocer la historia del acontecimiento que la diócesis de San Miguel celebrará, junto a la feligresía.
A continuación el texto:
“Estamos a un año de la celebración del primer centenario de la Coronación Pontificia de la bella imagen de la Reina de la Paz y de su, Solemne Declaración de Patrona de la Diócesis de San Miguel, promulgada por el Papa Benedicto XV. Este venerado icono de la Santísima Virgen María de Nazaret, madre de Nuestro Señor Jesucristo, llegó milagrosamente a la ciudad de San Miguel de las Fronteras, un 21 de noviembre de 1682, a lomo de un borriquito, al igual que su Hijo en su solemne entrada triunfal a la Ciudad de Jerusalén. Tal Imagen fue conducida a la Perla de Oriente por unos pescadores del golfo de Fonseca, quienes la encontraron en una caja totalmente sellada, flotando en la playa conocida actualmente como Puerto Viejo, ubicada a pocos kilómetros de la ciudad de La Unión. En ese hermoso paraje de nuestra costa oriental estaba asentada, en aquella época, una población llamada Puerto de Amapala, que albergaba también la población insular expulsada por los piratas ingleses, quienes se habían tomado las islas del mencionado golfo. (Cf Jorge Lardé y Larín, El Salvador: historia de sus pueblos, villas y ciudades, publicación especial de CONCULTRA, San Salvador, 2000, pág. 430).
A 231 años del milagroso encuentro de la imagen de la Virgen de la Paz, precisamente el 11 de febrero de 1913, el Papa San Pio X erigió las diócesis sufragáneas de San Miguel y Santa Ana, elevando al mismo tiempo al rango de Arquidiócesis la Iglesia Particular de San Salvador. Posteriormente, el 1 de agosto de ese año, el mismo pontífice nombró como primer obispo de San Miguel a Mons. Juan Antonio Dueñas y Argumedo, quien recibió su consagración episcopal el 29 de marzo del siguiente año y tomó posesión de la nueva grey oriental el 8 de mayo de 1914.
Monseñor Dueñas y Argumedo, valorando la ferviente devoción tributada por el pueblo migueleño a la Reina de la Paz, en su visita “Ad Limina Apostolorum” realizada en el mes de julio de 1920, entre otras cosas, hizo tres peticiones al Papa Benedicto XV: el nombramiento de la Reina de la Paz como Patrona de la Diócesis de San Miguel, la aprobación de la Fiesta con liturgia y misa propias para el 21 de noviembre de cada año y la Coronación Pontificia de su Efigie.
En su decimoséptima Carta Pastoral, publicada el 11 de febrero de 1921, el primer obispo de San Miguel, narra parte de la reseña histórica de Nuestra Señora de la Paz presentada a Benedicto XV, llamado Pontífice de la Paz, por haber contribuido a la finalización de la Primera Guerra Mundial. En tal narración se destaca la belleza de la imagen y el gran milagro de haber cambiado el rumbo de la erupción del Volcán Chaparrastique, con el cual la Virgen salvó de la destrucción total a la ciudad de San Miguel. A propósito de la Efigie el obispo Dueñas escribe: “Bellísima imagen de suaves atractivos, de talla exquisita y escultura artística; de aire gentil y gesto soberano, cuya faz dulce y apacible, con muy rica expresión de madre y majestad de reina, hace pensar al solo verla, en María la del cielo, Reina de las misericordias y madre del amor hermoso. En su amoroso regazo arrulla al Divino Infante, al Príncipe de la Paz; y ostenta en su diestra protectora la blanca palma que evoca el recuerdo emocionante y gratísimo del portentoso milagro del 21 de septiembre de 1787”. Seguidamente narra el milagro conservando su atractivo estilo literaria: “cuando el pueblo migueleño, presa del desbordante oleaje de roja lava sobre la pavorosa ciudad, vomitada por el enfurecido monstruo chaparrastique, sin esperanza de humana salvación, recurrió a la Celestial Patrona y clamando: ¡Nuestra Señora de la Paz, sálvanos!, colocan esta misma venerada imagen en la puerta mayor del templo, frente al ígneo volcán; y al instante las terráqueas convulsiones se suspenden, cambian de rumbo los torrentes mortíferos de lava y se salva la ciudad del exterminio: desaparecen los densos y rojizos nubarrones, todo se aquieta y serena, y en el límpido cielo se dibuja, con blancas nubes, hermosísima palma que va a posarse sobre el cráter del turbulento volcán” (Decimoséptima Carta Pastoral, pag No. 2).
Mons. Dueñas afirma que en memoria y gratitud de este grandioso milagro y valorando la devoción prodigada por el pueblo migueleño a la Reina de la Paz, el Papa Benedicto XV, le concedió las tres peticiones anteriormente mencionadas. Constata además que Nuestra Señora de la Paz será “la primera imagen que en Centro América obtiene el honor insigne de ser coronada por la autoridad suprema del Soberano Pontífice; y por esto mismo debemos darle a su augusta coronación todo realce y suntuosidad mayor posible”. A continuación afirma: “ceremonia que Nos Mismo tendremos el honor insigne y la dulce satisfacción de efectuar, con todo el esplendor Ceremonial Pontificio, como delegado especial representante del Soberano Pontífice, nuestro Santísimo Padre y Señor, el Papa Benedicto XV” (Ibíd. pág. No. 3). Tal Ceremonia se programó para el 21 de noviembre de 1921, fecha en la que también se conmemorará el primer centenario del grito de independencia patria.
A su llegada de Roma, nuestro primer pastor, inició la preparación de la Solemne Celebración Litúrgica de la Coronación Pontificia de nuestra Patrona.
Con entusiasmo, pasión y entrega, el primer obispo de San Miguel pone en marcha toda su capacidad organizativa y se dedica de lleno a la preparación de la Solemne Coronación Pontificia de la Patrona de su diócesis; involucrando a todo el clero y a muchos laicos diseminados en todo el territorio diocesano, que abarcaba los cuatro departamentos orientales del país. Por tal motivo hace un ferviente llamado: “deben concurrir con santo entusiasmo todos los fieles de la diócesis, principalmente nuestros amados párrocos y sacerdotes, cuyo celo y laboriosidad apostólica invocamos, para cooperar arduamente en preparar una espléndida ovación de fe y homenaje de acendrado amor filial a la excelsa Patrona Nuestra Señora de la Paz. Todos pues amados fieles, todos, incendiados los pechos de entusiasmo santo, debemos prepararnos y cooperar decididamente a los grandiosos festejos de la Coronación…” (Ibíd. pág. No. 3).
Tal preparación comprendía tres aspectos: lo espiritual-litúrgico, lo económico y lo organizativo. En las tres áreas Mons. Dueñas da indicaciones precisas a los párrocos para contar con la cooperación directa de todas las parroquias de tu territorio diocesano.
En lo espiritual pide a los fieles que hagan oración por el éxito de esta celebración, especialmente ofreciendo misas, comuniones, rosarios y jornadas de adoración ante el Santísimo Sacramento, en cada parroquia, durante los 9 meses previos al evento; es decir, de marzo a noviembre. Era como una novena de meses de oración y sacrificios espirituales en la que todos los fieles debían participar. A estos actos de piedad les llamaba “Corona Espiritual”, la cual comprendía también una novena de triduos (19, 20 y 21 de cada mes) desde marzo a noviembre de 1921 y el Santo Rosario en Familia, agregando a cada misterio la jaculatoria “¡Nuestra Señora de la Paz, ruega por nosotros!. Todas estas oraciones debían culminar con una oración especial a la Virgen de la Paz preparada por el mismo Obispo, especialmente para la ocasión. Además en cada parroquia se realizarían dos Festivales Marianos: uno de carácter estrictamente espiritual, con cantos, mensajes y oraciones dedicados a la Virgen María, Reina de la Paz; y el otro cívico-religioso, en el que se unirían las alabanzas a Dios y a la Virgen y los tributos a los valores y símbolos patrios.
Para la noche del 20 de noviembre, víspera de la Solemnidad, se realizaría un Gran Festival Mariano con la participación de diversos Coros y Orquestas provenientes del interior del país. Esta festividad se realizaría en el parque central, frente a la catedral en construcción, escenario mismo en que se celebrará, el día siguiente, la Coronación Pontificia de la bella imagen de la Reina de la Paz.
A esta preparación se le sumó la creación de un Himno Inédito alusivo a la Coronación Pontificia, cuya letra sería creada por el mismo obispo, Mons. Dueñas, y cuya música sería obra del insigne y galardonado músico nacional, Don Juan Aberle, a quien también se le atribuye la música de nuestro glorioso Himno Nacional. Para la ejecución solemne de tal pieza musical en la Ceremonia propiamente dicha, se invitaría a la Orquesta Sinfónica Infantil de Buenos Aires, Argentina.
En lo que respecta a lo Económico, el primer pastor de los migueleños, decretó dos colectas especiales a nivel de toda la diócesis, haciendo conciencia a todos los files para contribuir, al menos con un colón cada uno, para sufragar todos los gastos. Además pidió ayuda al gobierno de turno, nacional y departamental, a las instituciones y comerciales de prestigio y a la alta sociedad, para que le apoyaran con sus generosas ofrendas. El gasto mayor sería la elaboración de las dos coronas de oro y de piedras preciosas, una para la imagen de la Virgen y la otra para la del Divino Infante que reposa en sus brazos.
El otro gran presupuesto sería para subsidiar los costos de preparación de la ceremonia, incluido el escenario y los gastos del protocolo. En este respecto había una gran lista de invitados especiales, entre los cuales estaban los enviados del Papa (encargados de negocios del Vaticano, hoy Nuncios Apostólicos), los obispos de Centro América y de la isla de Cuba, los presidentes constitucionales de Centro América y otras autoridades nacionales y locales. También estaban invitados todos los sacerdotes del país y muchas comisiones especiales.
En cuanto a la Organización Mons. Dueñas público un decreto diocesano para la creación de una serie de comisiones en la que se involucraban sacerdotes, lideres laicos y altas personalidades, para preparar con todo lujo de detalles la Ceremonia de Coronación Pontificia.
También decretó que en cada parroquia se preparara una solemne peregrinación, con la mayor cantidad posible de fieles, para participar en la celebración, tanto del Festival Mariano como de la Solemne Coronación y Patronato diocesano de la Reina de la Paz.
Llegado el día señalado, se realizó la gran ceremonia programada, cuya solemnidad, suntuosidad y masiva participación superó las expectativas del emocionado primer prelado migueleño. Las siguientes palabras escritas por Mons. Dueñas en su decimonovena Carta Pastoral, publicada el tercer domingo de adviento de 1921, con las que describe tal evento, no dejan lugar a dudas del éxito de esa celebración: “BENDITO SEA DIOS”. “Este es el grito espontaneo que brota de nuestros pechos jubilosos después del éxito colosal que obtuvo la Coronación Pontificia de nuestra dulce y amadísima Reina de la Paz. Amaneció el 21 de noviembre radiante y bello como una sonrisa del cielo. Tres Obispos, el Supremo Jefe del Estado con el Excmo. Ministro de Guerra y del Estado Mayor del Ejército, las representaciones oficiales de los Reverendísimos Prelados y de las supremas autoridades Centro Americanas, sesenta sacerdotes del clero regular y secular y una ingente multitud de millares de fieles, rodeaban ansiosos el palco real de la Coronación aclamando con entusiasmo vítores a la Augustisima Reina de la Paz…conmovido por la ternura y, el labio trémulo por la emoción, prosternados de hinojos, pronunciamos la formula litúrgica de la imposición: así como ahora sois coronada, por nuestras manos, en la tierra; así merezcamos por Jesucristo y por vuestra intercesión, ser coronados con gloria y honor en el cielo” (pág. 3). Luego continua sin esconder su emocionante gratitud y satisfacción: “Al ver impuesta la Corona sobre la castísima y pudorosa frente de María, el pueblo enardecido y como embriagado de emoción, prorrumpió en entusiastas ¡vivas! Y en atronadores aplausos: argentinas voces infantiles, entre arrullos y ternezas de magistral orquesta, entonaron el Himno de la Coronación”…Ante “tantos millares de almas rendidas a la plantas de la Reina del cielo, nuestro corazón de Pastor, extasiado de gozo, repetía dulcemente: Bendito…..Bendito sea Dios” (Ibíd. pág. 4).
La declaración del Patronato Diocesano y la Coronación Pontificia de la Reina de la Paz, advocación mariana muy venerada en nuestra querida y centenaria Diócesis de San Miguel, como hemos afirmado, constituye todo un hito histórico que vale la pena conmemorar cada año. Sobre todo porque desde 1966, también fue declarada por el Papa Pablo VI, como la “Patrona Principal de la República de El Salvador”; titulo con el que debe ser reconocida y venerada en toda la Provincia Eclesiástica salvadoreña.
El 21 de noviembre de 2021, se cumplirá el primer Centenario de la Coronación Pontificia de la Reina de la Paz y de su Declaración de Patrona de nuestra Diócesis. Estos dos títulos, Reina y Patrona, constituyen un legado de nuestro primer obispo, Mons. Juan Antonio Dueñas y Argumedo. Quien, sin lugar a dudas, es no sólo el fundador de nuestra querida diócesis, sino uno de sus más abnegados y santos prelados, insigne maestro de la fe y muy apreciado pastor. Su huella es imborrable y su valioso legado doctrinal incluya 75 cartas pastorales y otros escritos, los cuales son un verdadero tesoro diocesano.
Como diócesis no podemos pasar desapercibidos ante tal acontecimiento histórico-religioso. Por tal motivo insto, con todo respeto, a todas las estructuras, diocesanas, vicariales y parroquiales, a fin de preparar una especial celebración para tan grata fecha.”
REINA Y PATRONA , HACIA EL PRIMER CENTENERIO DE SU CORONACION.